28 de Septiembre de 2011-Asilah-Chefchaouen

Aunque nos despertamos en Asilah, casi 2 horas de coche por el interior del Norte marroquí nos llevaron a la población de montaña Chefchaouen.

Una de las plantas más comunes de esta zona.

La cantidad de puestos ambulantes de venta de frutas de temporada como melones, artesanía en barro, etc que había por la carretera hizo el viaje más ameno, así como cruzar algún pueblo de montaña y ver el día a día de los lugareños fuera de los lugares más visitados del país.

Yolanda comprando regalos para la familia en un puesto de carretera.

Otra cosa me me chocó bastante en la carretera fue la cantidad de personas que caminaban o cruzaban la autopista de peaje, incluso niños para ir o venir del colegio.

Señal de tráfico.

Como podéis leer en el enlace no era la primera vez que yo visitaba Chaouen, como también se la conoce, pero si lo fue para Yolanda, Izan y Joel.

Puesto ambulante de melones en la carretera.

Así que no me repetiré contándoos que podéis ver o donde podéis ir, simplemente os dejo con las fotografías hechas esta vez y para los que quieran leer de Chefchaouen sólo tienen que pinchar el enlace de más arriba, pues el pueblo no ha cambiado nada...

Mezquita Jemaa Bouzafar.

...Bueno si, la pequeña mezquita Jemaa Bouzafar, que estaba a medio hacer en 2010 ya estaba terminada.

Plaza Uta el-Hamman, mezquita.

Plaza Uta el-Hamman.

Nada más llegar aparcamos en la Plaza el Makhzen, a escasos metros de la plaza Uta el-Hamman, el corazón de la medina de Chefchaouen.

Nuestro hotel en Chaouen.

Fue en esa misma plaza donde nos alojamos, después de descartar otros alojamientos bien por ser demasiado caros para lo que andábamos buscando, bien por tener demasiadas escaleras para acceder a la habitación (niños, carros, maletas) o bien por estar demasiado lejos del coche.

Medina de Chefchaouen.

Las estrechas calles de la medina.

Yolanda y Joel en Chaouen.

Lo primero que hicimos tras deshacer la maleta es comer en uno de los muchos bares que hay en la plaza Uta el-Hamman.

Tinte natural para ropa.

Todo tipo de souvenirs se venden en la medina.

Callejeamos por la medina sin rumbo, viendo las preciosas tiendas y puestos de recuerdos que invitan a regatear con los locales en busca de un recuerdo interesante.

Joel junto a un lugareño.

Niño de Chefchaouen.

Joel integrándose en Marruecos.

Llegamos hasta los lavaderos mientras parábamos para que los niños marroquíes se mezclaran y jugaran con los nuestros, aunque a ellos les hace falta bien poco...

Yolanda frente a un azul pastel.

El suelo pintado de azul significa calle sin salida.

Sencillamente precioso.

Nos maravillamos con esos tonos de azul imposible de las fachadas de las casas, más vivo y eléctrico que en el resto del país.

Lavando la ropa.

Minarete de la mezquita de la plaza Uta el-Hamman.

Seguimos callejón arriba hasta los lavaderos, donde todavía van las mujeres a hacer la colada. Allí nos comimos unas nueces garrapiñadas realmente exquisitas mientras descansábamos un rato y observábamos el minarete de la mezquita de la plaza Uta el-Hamman.

Chefchaouen vista desde lo alto de la Kasba.

Detalle de la Kasba.

Lo más duro ya estaba, que era la subida así que ahora tocaba bajar medio perdidos entre las calles laberínticas de la medina hasta volver a encontrarnos con la plaza Uta el-Hamman, pues allí se encuentra la Kasba, que visitó Yolanda mientras yo me quedé en la plaza jugando con los niños, pues la recordaba todavía perfectamente.

Nadie por las calles más alejadas a la plaza.

Seguro que todos los turistas que pisan Chaouen tienen esta foto.

Uno de los habitantes más numerosos de aquí.

Pese a ser mi segunda vez aquí, no me importaría volver, pues la tranquilidad y los precios moderados invitan a perderse en sus calles.

Tienda de souvenirs típica.

Yolanda y Joel en Chaouen.

Anochecía cuando cenamos en un restaurante de la plaza, después volvimos al hotel, Yolanda y los niños se quedaron allí y yo subí al bar de arriba a ver en una gran pantalla plana el partido de Champions de League del F.C.Barcelona.

La noche cae sobre la Kasba.