se sitúa a los pies de Merzouga, a pocos kilómetros de Rissani y a 40 de Erfoud.
Desde el momento en el que decidimos volver a Marruecos por cuarta vez, tuvimos claro que el desierto iba a ser el principal objetivo del viaje, ya que al
teníamos claro que esta iba a ser una experiencia inolvidable para ellos.
Por esta razón decidimos que pasar 2 noches aquí, una a pie de dunas y accesible con el coche de alquiler y otra en algún campamento o haima.
Pasadas las 16:00 llegamos a nuestro alojamiento en la localidad de Hassilabied, a pie de
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Un pozo de agua. |
Aunque hay épocas del año en las que los autobuses van cargados hasta las trancas de turistas ávidos de "emociones fuertes" y el desierto es de todo menos eso, un desierto, hay otras en las que casi hay mas albergues que turistas, siendo mas agradable la visita...nosotros estábamos más cerca de esta segunda, que de la primera...tuvimos suerte...
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Turistas dando un paseo en dromedario. |
Este hecho ha sido el causante de que esta zona haya pasado en los últimos años de vivir de la agricultura a ser un nido de cazaturistas y albergues, que se cuentan por decenas, habiendo pasado en poco más de 20 años, de 3 ó 4 destartalados alojamientos, a alrededor de 40 establecimientos con más de 20 habitaciones.
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Los viajes de Héctor en el desierto del Sahara. |
También ha sido la causa para que muchos locales intenten engañar al turista para sacar beneficio económico, como los que se hacen pasar por tuaregs, los que se hacen pasar por nómadas, los que se hacen pasar por artesanos, etc...
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Yolanda en Erg Chebbi. |
Una vez instalados en el hotel, decidimos hacer nuestra primera visita a las dunas. Nos acompañó el hijo del dueño del hotel, nosotros en nuestro coche y el con su 4x4.
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Las dunas del desierto de Erg Chebbi. |
De este modo aprendimos cómo ir desde nuestro hotel hasta las dunas, que, aunque estaban cerca (3 minutos en coche), nos separaba de las mismas un pequeño oasis de palmeras.
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En pleno desierto...bueno...donde empieza... |
Tras ese primer contacto con la arena del desierto, volvimos a la pequeña población que nos acogía para reservar un tour para el día siguiente (que ya os cuento en su momento) y después los niños volvieron a querer ir a jugar con la arena del desierto, así que volvimos a pie de dunas, pero esta vez por nuestra cuenta.
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Jugando con la arena del desierto. |
El caso es que, ya llegando, no nos metimos por el mismo sitio, sino que intentamos entrar por otro cercano (tened en cuenta que no hay carretera en esa zona, hay tierra y arena) y nos quedamos falcados en la arena sin poder ir ni hacia adelante, ni hacia atrás.
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Sacadme de aquiiiiiiiií. |
Menos mas que era Domingo y un grupo de niños acudieron rápidos y veloces a empujar el coche para sacarnos...con el objetivo de ganarse unos dirhams...eso sí...tuvieron que repartir el billete porque eran muchos....jajajajaja...
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A media mañana hasta la noche hacía calor...y era Marzo... |
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Las dunas del desierto de Erg Chebbi. |
Esta vez estuvimos bastante más rato jugando en la arena. Aunque es muy cansado subir y bajar dunas, los niños se lo estaban pasando en grande subiendo por las dunas más altas para descender por ellas a toda velocidad...con trompazos incluidos de vez en cuando.
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Subiendo las dunas del desierto. |
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Las dunas del desierto de Erg Chebbi. |
No podía dejar de hacer fotos y vídeos del desierto y de los niños disfrutando de lo lindo, y entre juego y juego, descansando tumbados en la arena, escuchando cómo Izan, por ejemplo, nos contaba como le había sorprendido gratamente el desierto, pues se lo imaginaba completamente plano y no lleno de dunas.
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Preparados para bajar la duna a toda pastilla. |
Así que tras un buen rato de juegos y risas jugando en el desierto se hizo casi la hora de cenar, o al menos hora de volver al hotel a ducharnos mientras nos preparaban la cena.
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La Vallée des Dunes. |
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Parte de la cena del día. |
Después de la necesaria ducha y de un merecido descanso llegó la hora de cenar (habíamos reservado) y mientras esperábamos con ansia la misma (recordad que habíamos comido pan, quesito y fiambre de ternera porque no encontramos restaurante), estuvimos aprovechando el wifi del hotel para comunicarnos vía whatsapp con familiares y amigos.
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Preparados para cenar en La Vallée des Dunes. |
Una vez terminada la cena, volvimos a nuestra habitación a descansar...estábamos rendidos y teníamos que reponer fuerzas para estar a tope el día siguiente.
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Nos vamos a esquiar...bueno casi... |
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Descendiendo una duna con snowboard. |
A la mañana siguiente, una vez terminado el rico desayuno marroquí, volvimos a las dunas del desierto de Erg Chebbi por tercera vez, pero antes pasamos por una de las tiendas de souvenirs de la población para alquilar dos tablas de snowboard por unos 6€, ya que le habíamos prometido al chico que en un par de horas las íbamos a devolver, pues lo normal es alquilarlas para un día y llevarlas en los dromedarios hasta la haima para hacer el loco allí.
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Yolanda descendiendo con el Snowboard. |
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El desierto de Erg Chebbi. |
Esta vez ya sabíamos bien el camino, así que ya no nos quedamos atrapados con el coche en la arena...ja, ja, ja...
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Allá vamooooooooos. |
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Las dunas del desierto de Erg Chebbi. |
La actividad, descender las dunas con la tabla de snowboard, es tremendamente divertida, pero excesivamente cansada, ya que si subir las dunas sin la tabla a cuestas es pesado, imaginaros hacerlo con ella...y, claro, cuando los niños bajaban, eramos nosotros los que subíamos con la tabla....terminamos completamente agotados tras una hora larga de "descenso de duna en snowboard".
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Volviendo al hotel vimos unos dromedarios comiendo. |
Os dejo con algún vídeo que hicimos en las dunas de Erg Chebbi.
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