Madrugamos para estar a primera hora en las ruinas de
Éfeso y evitar de esa forma las multitudes y los miles de turistas que llegan aquí procedentes de los cruceros por el Mediterráneo Oriental.
Como nuestro hotel en Selçuk estaba a menos de 2 kilómetros de las ruinas, enseguida llegamos al parking de una de sus dos entradas, y tras pagar por aparcar nos decidimos a entrar.
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Yolanda y los niños en el carruaje. |
En ese momento se acercó un conductor de un carruaje de caballos ofreciéndonos llevarnos a la otra entrada, situada en la parte alta de las ruinas, de ese modo, no teníamos que recorrer los dos kilómetros de ruinas dos veces (ida y vuelta), ahorrándonos más de una hora de visita, además, si aceptábamos, la visita iba a ser siempre cuesta abajo y nuestras piernas y nuestros hijos lo agradecerían, así que aceptamos pagar las 50 liras por ese servicio. También hubiéramos podido hacer esto en taxi, pero a los niños les hacía ilusión subir al carruaje.
El trayecto en el carro de caballos fue por una carretera que rodea las ruinas, aunque estas no se divisan porque hay una colina o montaña que lo impide.
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La familia al completo en Éfeso. |
Ya en la entrada de la parte más alta, y después de pagar las 25 liras turcas por persona que cuesta la entrada (los niños no pagan) nos introdujimos en el gigantesco museo al aire libre que es
Éfeso, una de las ciudades en ruinas más importantes del mundo occidental.
Se construyó hacia el 1.000 a.C., pero los restos que admiramos son del s: IV a.C. por el sucesor de Alejandro Magno, Lisímaco.
Éfeso fue excavada durante la última época del Imperio Otomano, en el siglo XIX por arqueólogos ingleses. Muchas de las figuras de la ciudad, así como otros objetos de indudable valor arqueológico, se encuentran hoy en el Museo Británico.
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Capitel de una columna de Éfeso. |
Fuimos bajando la ladera poco a poco y "encontrándonos" con los siguientes lugares:
Puerta de Magnesia. Construida en el siglo I d.C. por el emperador romano Vespesiano, es la entrada principal al Parque Arqueológico. Está situada en las Murallas de Lisímaco, levantadas en el siglo III a.C.
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Termas de Vario. |
Termas de Vario. Situadas muy cerca de la Puerta de Magnesia, todavía hoy se mantienen en pie las paredes y las bóvedas de los baños romanos. Sin embargo, lo que más llama la atención son los restos del extraordinario sistema de cañerías con los conductos de agua hechos de barro cocido.
Ágora del Estado. También conocido como `Ágora Superior´, es una amplia plaza rodeada por los restos de varios edificios civiles. Está situada muy cerca de las Termas de Vario. Un camino parte de aquí con destino a Odeón, está flanqueado por esbeltas columnas jónicas y corintias.
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Yolanda frente al Odeón. |
Odeón. Construido en el siglo II d.C., tiene la forma de un pequeño anfiteatro. Su función era acoger las reuniones de los administradores y senadores de la ciudad. Está formado por más de mil cuatrocientos asientos, repartidos entre veintitrés gradas lo que demuestra que se utilizaba también para todo tipo de espectáculos culturales. Odeón debió ser uno de los más bellos edificio de Éfeso, como demuestran los pies de grifos que adornan cada uno de sus escalones.
Pritaneo. El Pritaneo era el ayuntamiento de Éfeso, construido en el siglo III a.C. aunque no se terminó hasta época de Augusto y se restauró en el siglo III d.C. Todavía hoy pueden apreciarse las altas columnas, dedicadas a Artemisa, la gran diosa protectora. Las columnas forman el hogar sagrado del Pritaneo, donde ardía el fuego sagrado alimentado por los sacerdotes o curetos. La sala donde se reunían los senadores y las dos estatuas de Artemisa Polimastros (es decir, con múltiples senos) son dos de sus grandes atractivos. Sin embargo, el Pritaneo todavía sigue siendo excavado y muchos de sus restos pueden contemplarse ya, en el Museo de Selçuk.
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Vía de los Curetos con la Biblioteca al fondo. |
La Vía de los Curetos. Tras pasar el Oteón y el Pritaneo por el camino que comienza en el Ágora Superior, aparecen los restos del alcantarillado principal de la ciudad. En su época, estas alcantarillas debían cruzar toda la ciudad hasta llegar hasta el mar.
La Vía de los Curetos era una de las arterias principales de la ciudad. Los curetos eran los sacerdotes encargados de llevar leña al fuego sagrado del Pritaneo. Su nombre hace pensar que eran descendientes de los antiguos cretenses. Tras las columnas con los capiteles de Hermes y Caduceo (formado por una varilla rodeada de una culebra, símbolo de la Medicina) se llega a la Plaza de Domiciano. Tras pasarla, se llega a la espectacular fuente construida en tiempos de Trajano. A ambos lados de la calle están las Casas de la Ladera, los Baños Escolastiquia, el Templo de Adriano y las Letrinas. Al final de la Vía de los Curetos aparece un monumento funerario octogonal y una fuente monumental de época bizantina. La calle acaba en una pequeña plaza donde están la Puerta de Adriano y la Biblioteca de Celso junto a la puerta monumental de Ágora Inferior, la Stoa de Nerón y la Casa del Amor, haciendo esquina con la Vía de Mármol.
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Vía de los Curetos. |
Plaza de Domiciano. Aquí se encuentran algunos monumentos como el Templo de Domiciano y la Fuente de Polio, junto a otros edificios que están siendo restaurados. Tras la Puerta de Heracles, la Vía de los Curetos continúa.
Monumento a Gayo Memmio. Situado en la Plaza de Domiciano, es el homenaje elevado por los senadores a uno de los grandes arquitectos de la ciudad, Gayo Memmio, nieto del dictador Sila, constructor del acueducto de la ciudad.
Casas de la Ladera. Este fue, sin duda, el barrio más rico de la ciudad. Tras las excavaciones y restauraciones, dos de las más lujosas casas han quedado al descubierto. En ambas se pueden observar los increíbles paneles de mosaicos además de ser un ejemplo de la estructura familiar y las formas de vida de la época.
Baños de Escolastiquia. Estos baños fueron construidos durante el siglo I a.C. aunque debieron ser restaurados con posterioridad. En ellos todavía se conservan las cuatro salas que constituían el baño romano: el Apodiatario o guardarropa, el Frigidario (una piscina de agua fría), el Tepidario (una piscina de agua tibia) y el Caldario (sala donde se sudaba).
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Templo de Adriano.
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Templo de Adriano. Este pequeño templo construido en estilo corintio, es una maravilla arquitectónica levantada en el siglo II para conmemorar la visita de Adriano en 123 d.C. Su decoración y los relieves exteriores en mármol le dan una belleza singular. Las réplicas de estos relieves (los originales están en el Museo de Selçuk), representan la historia mitológica de la fundación de Éfeso y las hazañas de Androcles, el fundador de la ciudad.
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Biblioteca de Celso. |
Biblioteca de Celso. Situada en el cruce de la Vía de los Curetos y la vía de Mármol, es un suntuoso edificio construido a principios del siglo II d.C. por un cónsul romano en memoria a su padre. La Biblioteca presenta un increíble estado de conservación gracias a las restauraciones y el material encontrado en las distintas excavaciones. Las estatuas de los nichos representan a Sofía (Sabiduría), Areté (Virtud), Ennoia (Intelecto) y Episteme (Conocimiento).
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Biblioteca de Celso.
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Es sin duda alguna, el edifício más famoso e importante de Éfeso.
Ágora Inferior. Este espacio mide más de cien metros de largo por cien de ancho y está rodeado de columnas a través de las cuales pueden verse las tiendas. Es uno de los más grandes espacios públicos de la ciudad.
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Mi familia frente al antiguo teatro de Éfeso. |
Antiguo Teatro. Situado al final de la Vía de Mármol, es el anfiteatro más grande del mundo, con una capacidad para más de 30.000 espectadores. La primitiva construcción data del siglo III a.C. aunque no alcanzó su forma definitiva hasta el siglo II d.C. Este extenso periodo de construcción explica porqué las gradas, apoyadas en las faldas del monte de Pión, son helenísticas mientras que las entradas abovedadas son típicas de los romanos. San Pablo predicó muchas veces contra los cultos romanos en este anfiteatro que hoy se utiliza para el gran Festival de Éfeso.
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Vía de Arcadino.
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Vía de Arcadino. También conocida como Vía del Puerto, tomó su forma definitiva durante la época del emperador Arcadio. Flanqueada por bellas columnas, pedestales de estatuas perdidas y las entradas de las tiendas, comienza en las ruinas del Gimnasio del Teatro. Aquí está la antigua Bolsa de Cereales.
Iglesia de la virgen María. La antigua Bolsa de Cereales se convirtió, en el siglo IV, en la primera iglesia dedicada a la Virgen María, cuando el Cristianismo fue adoptado como religión oficial del Estado. Es uno de los templos históricos más importantes del cristianismo, pues aquí se reunió el Concilio Ecuménico en el año 431 y donde fue condenado Nestorianismo.
Una hora y pico después volvíamos a estar en el coche, y aunque a unos 9 kilómetros de aquí se encuentra la
Casa de la Virgen María, donde vivió la madre de Jesucristo, nuestra poca fe y el poco interés que tenemos por la religión, hizo que ni si quiera nos planteáramos su visita...nuestra siguiente parada fue...
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