Llegamos algo más tarde que el día anterior al circuito, lo que hizo que escogiéramos otra ubicación para disfrutar de la carrera, pero bastante próxima a la del día anterior. La razón de esa tardanza reside en la hospitalidad de Carmen y Manel, que, como ya os he contado en el post del día anterior, nos acogieron en su casa como si fuéramos sus propios hijos.
La casualidad hizo que nos sentáramos justo detrás de unos conocidos nuestros de Almazora, población en la que vive mi familia y donde viví yo hasta el día de mi boda...Desde aquí les mando unos saludos por si alguna vez leen este relato...
Manel, que nos indicó en el navegador un sitio fabuloso para aparcar cerca del circuito y rápido a la hora de abandonar el mismo. Además me dejó durante unos minutos su plaza en la gradería G de segunda categoría para que me hiciera una idea y desde donde se ven las carreras tal y como se muestra en las fotos.