A orillas del Lago Léman y rodeado por los Alpes, el Castillo de Chillón,nuestra primera parada del día, se levanta con majestuosidad sobre un islote rocoso y se adueña de una de las postales más bellas de Suiza. Convertido en una visita impostergable, las estadísticas indican que, cada año, Chillón recibe más viajeros que ningún otro edificio histórico de este país.
A escasos tres kilómetros de Montreux, donde se realiza uno de los festivales de jazz más importantes del mundo, Chillón parece extraído de una novela de aventuras en la que despliega todo su poderío: una prisión de roca pura, armaduras, inmensos salones, chimeneas de piedra y mobiliario medieval. Es que esta fortaleza, cuya construcción original es anterior al siglo XI, alcanzó gran fama por la cárcel que funcionaba en sus sótanos y por algunos de sus célebres prisioneros.